“Sin donantes, no hay trasplantes”
Cada 30 de mayo, desde 1997, se conmemora en nuestro país el Día Nacional de la Donación de Órganos y Tejidos, fecha establecida por el INCUCAI para recordar el nacimiento del hijo de la primera paciente que dio a luz después de haber recibido un trasplante hepático, en un hospital público de nuestro país.
El Hospital Universitario Fundación Favaloro, que este año celebró el 25 Aniversario del Primer trasplante cardíaco, tiene el orgullo de haberse convertido en la Institución con mayor experiencia en Trasplantes Cardíacos y Pulmonares de Argentina, pioneros –además- en experiencias como el Primer trasplante cruzado de riñón y el Primer triple trasplante de hígado y corazón, entre otros.
Nos acercamos a los 1.000 trasplantes, que esperamos cumplir en los próximos meses, y queremos agradecer a los donantes y a sus familias por su gesto de altruismo que ha permitido prolongar la vida de miles de personas.
Nos sumamos a la tarea de decenas de instituciones que trabajan para concientizar e informar sobre la importancia de ser donante. Compartimos la columna de opinión del Dr Alejandro Bertolotti, Jefe de Trasplantes del Hospital, y los invitamos a conocer las historias de vida de nuestros pacientes trasplantados para que en este día celebremos la vida. Es importante que recordemos que*:
- 7868 pacientes esperan un órgano, 250 son niños y adolescentes
- 3000 esperan un trasplante de corneas
- 3000 un trasplante de tejidos
- 30.000 pacientes están en diálisis
*Fuente INCUCAI
*Por el Dr. Alejandro Bertolotti, Jefe de Trasplantes del Hospital Universitario Fundación Favaloro
Para realizar los trasplantes de órganos, un acto médico terapéutico eficaz y complejo, necesitamos un recurso muy abundante pero escaso a la vez: los órganos de las personas fallecidas. Es un hecho conocido por toda la comunidad que la cantidad de órganos procurados no llega a cubrir las necesidades de todos los pacientes en lista de espera, problema de alcance mundial. Cuando alguien dice «soy donante» toma la decisión más altruista como ser humano: legar sus propios órganos para que luego de su fallecimiento otros puedan tener la esperanza de seguir con vida.
Es por ello, que la distribución y asignación de los órganos de donantes fallecidos para trasplante implican gran responsabilidad y la toma de decisiones muy sensibles e importantes desde los aspectos médicos y éticos. El objetivo de estas decisiones, consensuadas mediante los aportes de expertos de múltiples disciplinas, es lograr una asignación justa y equitativa de ese recurso tan escaso. Los preceptos con los que se trabaja con cada órgano procurado son similares en todos los países donde se realizan trasplantes.
Para que los trasplantes ocurran, no sólo debe haber un potencial donante, sino que es imprescindible un sistema sanitario de procuración organizado, sin este recurso no se puede llevar a cabo ni hacer efectiva esa donación. En Argentina es el INCUCAI y sus jurisdicciones provinciales quienes regulan y fiscalizan toda la actividad de procuración e implante sustentados por las Leyes Nacionales 24193 y 26066.
Otro requisito fundamental para realizar trasplantes exitosos es que los órganos identificados para la donación tengan una fisiología normal para que puedan reemplazar el órgano afectado del receptor. La detección y manejo de las funciones orgánicas luego del fallecimiento requieren de un sistema sanitario con profesionales entrenados. El sistema sanitario de procuración lo conforman instituciones y personal de la salud comprometidos con la necesidad de obtener órganos para trasplante, siempre bajo la supervisión del INCUCAI y sus jurisdicciones.
Una vez que el órgano es aceptado como viable para trasplante, debe ser asignado a un receptor -o receptores- según diferentes criterios médicos que se han consensuado previamente generando lo que en nuestro país se conocen como Normativas, las cuales son específicas para cada órgano, y sancionadas y puestas en vigencia por el INCUCAI. Estas normativas a su vez, son revisadas y actualizadas periódicamente en base a los avances de las ciencias médicas.
Entre los principales criterios se encuentran la compatibilidad en tamaño entre donante y receptor (estatura, peso, perímetros corporales, etc.), compatibilidad de grupo sanguíneo, compatibilidad inmunológica, estado o situación clínica del receptor en ese momento.
Con respecto al último criterio -el estado clínico del potencial receptor- se han establecido categorías de prioridad de acuerdo con la gravedad y avance de la enfermedad que llevó al paciente a ingresar a una lista de espera. Para garantizar la transparencia, el INCUCAI es el encargado de fiscalizar que se cumplan con los criterios médicos preestablecidos antes de modificar la prioridad.
Esa situación de prioridad es dinámica y puede cambiar según la evolución clínica de la enfermedad. Las patologías que llevan a la falla final de un órgano son graves, y la medicina ha desarrollado diferentes recursos tecnológicos y terapéuticos para demorar el avance de la enfermedad. Estas técnicas intentan ganar tiempo para el paciente hasta llegar al trasplante, pero no están exentas de riesgos y complicaciones, propias de la situación grave del paciente y la enfermedad avanzada.
Finalmente, para el éxito de los trasplantes, es necesario realizar este procedimiento terapéutico bajo condiciones médicas adecuadas, de manera que el receptor obtenga un beneficio. Esta oportunidad o ventana terapéutica puede ser incierta, dinámica, puede variar día a día, hora a hora, dependiendo de la enfermedad de base y la respuesta del paciente a las terapias sustitutivas transitorias. Es importante además saber reconocer límites para no caer en tratamientos futiles o ensañamiento terapéutico, y restarle la posibilidad de beneficio a un tercero que también espera ese bien escaso como son los órganos donados. Estas decisiones complejas no deben apartarse de los principios de la bioética (beneficencia/no maleficencia, justicia y autonomía).
Una opción para tratar de disminuir la brecha entre la necesidad de los receptores y la disponibilidad de órganos de personas fallecidas, son los trasplantes con órganos donados en vida por otra persona (donante vivo). Sólo es posible donar órganos que no impliquen riesgo de vida posterior para el donante,como el riñón (órgano par, el donde vive con un solo riñón el resto de su vida) y parte del hígado o de un pulmón (para trasplantar a un receptor más pequeño).La donación en vida tiene que cumplir con requisitos especiales dispuestos por la Ley, de manera que se mantenga la transparencia del sistema de trasplantes(relación consanguínea o autorizada por un juez; donación gratuita y altruista), y se aseguren los principios de la bioética y respeten los derechos personales del receptor y del donante.
En resumen, para que los trasplantes sean una solución para el paciente deben darse una serie de eventos encadenados: la voluntad de donación de órganos, un sistema sanitario adecuado que detecte al donante y lo obtenga, que los órganos procurados tengan una función adecuada, que ese órgano se adapte a las necesidades del potencial receptor, y que el receptor se encuentre en condiciones clínicas de sobrevivir a un proceso complejo de trasplante.
Los órganos y tejidos donados pertenecen a la sociedad, y es la sociedad la que se beneficia de ellos. Quienes procuramos o implantamos esos órganos somos los depositarios de la confianza y esperanza de su mejor uso por parte de la sociedad. Sociedad a la cual también pertenecemos.
Fuente:Fundación Favaloro