“Una experiencia de viaje completamente distinta”
Entre el 24 y el 31 de octubre, un grupo de alumnos de la escuela secundaria N°3 de Glew participó de un viaje de estudios a Tucumán. Dos estudiantes de sexto año, del área de Arte y Comunicación, redactaron una crónica para la materia Taller de Producción en Lenguaje. En el texto relatan la experiencia vivida durante su estadía en el norte del país. Aquí, el artículo completo:
Mi querido Valle Calchaquí
Nuestro viaje comenzó en 2016, cuando el profesor Diego Fernández, a su regreso de la Bienal de fotografía en Tucumán, compartió la idea de hacer un viaje de estudio con alumnos de 5° y 6° del área de Arte y Comunicación, y con profesores que ya habían participado de otras experiencias parecidas. Desde ese entonces, todos compartimos la misma emoción: contar los días y emocionarnos con todo lo que íbamos a hacer y conocer.
Este viaje fue un intercambio cultural muy abarcativo, desde el trato con el otro, la comida, la decoración, el clima y más. Suena muy loco porque no estábamos tan lejos de nuestra ciudad, pero es totalmente distinto en muchos sentidos. El choque cultural que experimentamos fue sorpresivo, de un momento a otro nos encontrábamos con vistas fantásticas, conociendo otras personas, culturas e historias. Parecía que todo ese paisaje imponente no pertenecía a nuestro país.
A veces, uno tiene miedo al salir de su zona de confort, y más en una ciudad como Buenos Aires, donde medianamente tenemos todo al alcance de la mano, donde lo primero que hacés al abrir los ojos es mirar el celular e introducirte en las redes sociales. Esto en Tucumán no pasaba, lo primero que hacíamos era hablar con el de al lado, algo tan simple que en la cuidad se pierde.
Otro gran ejemplo de comunicación con las personas del lugar fue el intercambio con la escuela Secundaria Los Zazos, donde los chicos nos recibieron con entusiasmo y charlaron con nosotros. El área de Arte realizó un cambio de banderas, mientras que el área de Comunicación presentó audiovisuales, entrevistas y retratos. Pasamos un buen momento juntos y un nos llevamos emotivo recuerdo de ese día.
Lo que más nos gustó fue eso, la gran diferencia que hay de una provincia a otra: no imaginas que acá están tan cerca y son cotidianas, en Amaicha del Valle sean tan distintas. Sobre todo, en un lugar que no es mencionado entre los turistas promedio y no es explotado como otros sitios históricos pese a los años de historia y a sus paisajes tan ricos. Otro punto es la gente del lugar, a la que nunca habíamos visto y nos saludaba y hablaba con tal amabilidad que sorprendía. Y eso en la ciudad no es muy común. Quizás sea por lo que dicen de los porteños, que “somos muy apurados” y que por eso mismo no nos detenemos a disfrutar de esos detalles que hacen la diferencia.
También sentimos que cada persona contaba su historia del lugar como si fuera una leyenda que se cuenta oralmente, que se transmite de generación en generación, desde su propia perspectiva.
No hace falta ir al Palacio Barberini (Roma, Italia) para ver arte, en Amaincha del Valle hay paisajes que no fueron pintados y para los cuales no hay cámaras fotográfica que permita inmortalizarlos.
La experiencia en este lugar fue definitivamente excepcional, desde cualquier punto de vista, y lo hizo aún mejor haber ido con compañeros, amigos y profesores. Aunque me quedan muchas cosas más por conocer, definitivamente volveríamos a ir.
Autoras: Malena Gómez, Rocío Saravia.